HISTORIA DEL DÍA DEL TRABAJADOR
Hoy toca un poco de historia. Aunque quede bastante para el 1 de mayo siempre es buen momento para aprender.
Muchas veces celebramos fiestas sin saber la razón por la que son justamente ese día. Pero el 1 de mayo es un día importante en nuestro calendario, es el día en el que recordamos que somos trabajadores con deberes pero también con derechos. Se ha recorrido mucho y todavía queda mucho por alcanzar. Pero no siempre ha sido así.
A finales del siglo XIX los trabajadores de las grandes fábricas norteamericanas tenían que cumplir horarios de entre 12 y 18 horas. Las duras condiciones que se les imponía llevaron al fortalecimiento del movimiento obrero en EE.UU.
Se hizo famosa entonces la frase de "ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso", pidiendo una jornada de ocho horas.
En 1868, el presidente Andrew Johnson promulgó la conocida como ley Ingersoll, que establecía esa ansiada jornada de ocho horas para empleados de oficinas laborales y trabajadores de obras públicas. Pero los obreros industriales todavía tenían que cumplir horarios de 11 a 12 horas.
En los años siguientes se sucedieron huelgas en diversos sectores que fueron alcanzando metas en varias partes del mundo. Sin embargo, la resistencia de los empresarios llevaría a la gran huelga de 1886.
El 1 de mayo de 1886 se convocaron en Chicago 307 manifestaciones a las que se unieron 88.000 trabajadores. En aquel momento, la ciudad era la segunda más poblada del país, y aún se exigían jornadas de 13 y 14 horas.
Le siguieron días de manifestaciones, encuentros con la policía y esquiroles y, por desgracia, decenas de heridos y fallecidos.
Entre ellos, un grupo de obreros fueron condenados a la horca acusados de haber avivado los enfrentamientos. Un año después, el presidente, reconoció que el juicio había sido nulo.
En 1989, se decidió, que el 1 de mayo sería la fecha mundial para reivindicar los derechos laborales.
Eduardo Galeano, en su libro El libro de los abrazos escribió estas líneas:
Chicago está llena de fábricas. Hay fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está llena de fábricas, Chicago está llena de obreros.
Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de Mayo.
- Ha de ser por aquí - me dicen. Pero nadie sabe.
Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.
El primero de Mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de Mayo es un día cualquiera. Ese día, la gente trabaja normalmente, y nadie o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.
Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura curiosidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine y música rock.
El cartel reproduce un proverbio del África:
"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador."