VISITA CULTURAL
Reconozco que no soy un entendido para nada de arte, y en especial de la pintura. Yo miro los cuadros desde mi punto de vista, un punto subjetivo pero sin ningún crédito profesional ni académico. Sí que me gusta aunque no sepa, sobre todo los cuadros del cinquecento: Leonardo Da Vinci y Rafael. La escuela italiana, digamos.
Lo que allí vimos no tenía que ver con el arte italiano de aquella época. Su arte está englobado en el expresionismo:
El expresionismo fue un movimiento cultural surgido en Alemania a principios del siglo XX, que se plasmó en un gran número de campos: artes plásticas, arquitectura, literatura, música, cine, teatro, danza, fotografía, etc. Su primera manifestación fue en el terreno de la pintura, coincidiendo en el tiempo con la aparición del fauvismo francés, hecho que convirtió a ambos movimientos artísticos en los primeros exponentes de las llamadas «vanguardias históricas».
Surgió como reacción al impresionismo, frente al naturalismo y el carácter positivista de este movimiento de finales del siglo XIX, los expresionistas defendían un arte más personal e intuitivo, donde predominase la visión interior del artista —la «expresión»— frente a la plasmación de la realidad —la «impresión»—.
El expresionismo suele ser entendido como la deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, dando primacía a la expresión de los sentimientos más que a la descripción objetiva de la realidad. Entendido de esta forma, el expresionismo es extrapolable a cualquier época y espacio geográfico. Así, a menudo se ha calificado de expresionista la obra de diversos autores como Matthias Grünewald, Pieter Brueghel el Viejo, El Greco, Francisco de Goya o Vincent Van Gogh.
El de Eduardo Pisano es un expresionismo recio, construido con un gran recreo de las formas y del color, que da como resultado esta personalísima visión un tanto barroca del mundo pisaniano.
En la galería vimos cuadros sobre todo de temática religiosa, de payasos, toreros y desnudos de mujeres. Las mujeres ocuparon un sitio preferencial en su obra y en la exposición. Sus negros y rojos resaltan en su obra, amarillos y azules. Parecían hechos desde la vista de una persona atormentada por el color y sus trazos, pero muy explícita en cuanto a lo impactante del mensaje de su obra.
Pisano se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega, siendo compañero de Hermilio Alcalde del Río, y en 1930 se trasladó a Madrid para estudiar artes gráficas. La Guerra Civil Española le sorprendió mientras realizaba el servicio militar y tras la victoria de los sublevados en la Ofensiva de Cataluña, se refugió en el sur de Francia; se estableció en 1945 en Montparnasse. Pisano fue miembro de la Escuela de París. Ya en París en 1947 llega al barrio de Montparnasse y acude a las tertulias del café Select presentado por Óscar Domínguez donde frecuentan, cántabros que iban a exponer en París como Antonio Quirós. En 1952 regresó a Torrelavega al entierro de su madre. En 1959 realiza su primera exposición después de la guerra civil en Santander (Galería Dintel).
A partir de la década de los 70 regresó a Torrelavega con frecuencia y en 1978 impulsó la creación de la Escuela Municipal de Arte Eduardo López Pisano. En 1985 en Torrelavega acudía Pisano a la cafetería Sago, para hacer tertulias con más artistas.
En 2018 se inaugura la Colección Museística permanente de Eduardo Pisano con la donación de 50 obras por la familia Licoys de París sita en esa tercera planta de la Casa de Cultura de Torrelavega, que visitamos.
En resumen vimos pinturas impactantes, coloristas, conservadoras y liberales a la vez… Como hemos dicho con gran protagonismo a las mujeres, su leitmotiv en su destacada obra. Eduardo López Pisano es un ciudadano ilustre de Torrelavega, no cabe duda.
Finalmente cabe mencionar la obra que vimos más abajo en otra sala: de comic, Irreverente se llamó y gustó también a muchos de nosotros.